julio 15, 2011

Noticias del Imperio


No se trata de reseñar la magistral novela de Fernando del Paso; sino de analizar un ejercicio de control de opinión –asunto fundamental en el trabajo de las relaciones públicas– que, a nivel global, hemos vivido más de la mitad de los países del mundo al permitirnos ser vistos –y creérnoslo–, desde la óptica que nos ha querido marcar nuestro vecino. Hagamos memoria.

McCarthy y el anticomunismo
Aunque el Movimiento de Países no Alineados (nacido en 1955 como respuesta a la Guerra Fría) tuvo como principio mantener una posición ajena a las superpotencias y condicionó su membresía a un apego irrestricto a la Carta de la ONU para vigilar de mejor manera el actuar de Estados Unidos y la URSS, manteniendo el principio de no intervención como el principal de sus asuntos, fue hasta la segunda mitad de los 70’s cuando hizo voltear la atención internacional al macarthismo extraterritorial de Estados Unidos.

Porque una cosa fue que el senado estadounidense “censurara” en 1954 a Joseph McCarthy por su conducta (propia de un alcohólico, de lo cual murió) en su paso por la comisión de operaciones de gobierno y perseguir a lo más selecto de la intelectualidad norteamericana, acusándolos de comunistas (leer “Las Brujas de Salem” de Arthur Miller), y otra muy diferente es que el gobierno de EUA, desde ese momento, haya impuesto reglas tácitas a sus agencias de noticias (UPI y AP), para ejercer una práctica informativa sobre países incómodos que no han hecho olvidar al senador de Wisconsin.

La desinformación como política
Años después –en la reunión de Nueva Delhi en 1976–, se acusó a EUA de que a través de estas agencias (de las que se alimentaban casi todos los periódicos y noticiarios del mundo), se distorsionaba la realidad de aquellas naciones que no estaban alineadas a su política “anticomunista”, en el entendido de que, primero, estas agencias tendrían toda la posibilidad estructural de tener corresponsales en cada país del mundo y, segundo, que todo proceso informativo puede sembrar falsas creencias, llevándolas a su arraigo y volviéndolas convicciones. En más de un sentido, el gobierno de Estados Unidos practicó el principio Goebbeliano de “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”.

Eso no quiere decir que los países socialistas fueran mejores: Pravda era un periódico/agencia soviético que sólo daba las buenas noticias de la URSS y Xinhua en China, nos da en forma controlada la información que el gobierno de Beijing quiere darnos. De hecho, todos los gobiernos han caído en la oscura tentación de controlar la información que sobre ellos se reporta: Cuba crea ACN en 1974; Díaz Ordaz crea en México Notimex justamente en agosto de 1968; y recientemente, Hugo Chávez cerró en 2005 Venpres para crear su Agencia Bolivariana de Noticias.

El tigre de papel se cuida del león de oriente
La distorsión informativa que practicaba EUA no paraba con la actividad de sus agencias: adiestraban a gobiernos afines y golpistas (que ellos mismos promovían, como el de Pinochet, o que ellos ya apoyaban, como el de Somoza en Nicaragua o Stroessner en Paraguay) para educar a sus funcionarios sobre qué decir y cómo decirlo.

Desde mucho antes de la caída del muro de Berlín, la atención del gobierno norteamericano por desinformar se centró en China previendo, quizá, el poder económico que esta nación alcanzaría en no más de tres décadas.

Fin del monopolio informativo
Muchos mitos fabricados en EUA sobre China –los olímpicos de 2008 fueron sólo una tregua–, como el que separan a los niños de sus familias para darles una educación propagandística; que operan a las mujeres para que no tengan más hijos; que no respeta los derechos humanos (¿ya tan pronto olvidamos el abuso de soldados norteamericanos en la cárcel de Abu Ghraib?), o que los obreros trabajan en condiciones infrahumanas, han ido cayendo en su mayoría gracias, entre otras cosas, a la difusión de otros medios. Cadenas menos influenciables como BBC, Deutsche Welle o RAI, encontraron sólo casos aislados de irregularidad, como en cualquier otro país incluido Estados Unidos cuyo gobierno, en nombre de la libertad y la seguridad, ha cometido enormes atrocidades.

Benjamin Franklin dijo una vez: “Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”.

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