La apuesta de Grupo Carso por los medios de comunicación no es nueva. Hace más de una década, cuando Televisa tuvo que reestructurarse financieramente, Carlos Slim invirtió en Cablevisión –vendiendo sus acciones algunos años después–, más por hacer fuerte a Emilio Azcárraga Jean que por los dividendos que después le reportaría, los cuales no fueron nada malos.
Pasó mucho tiempo para que nuevamente Slim pusiera la mira en los medios, esta vez en 2007, cuando invirtió 250 millones de dólares en el New York Times aprovechando la coyuntura de deuda que el periódico tiene todavía (y que alcanza los mil millones de dólares), y la consecuente baja que el precio de las acciones tuvo. Esta operación representó el 18% del valor del periódico siendo el segundo accionista más importante, sólo por debajo de los dueños originales, los Ochs Sulzberger.
Las intenciones de Slim con el Times son aun desconocidas, no podríamos pensar en una inversión a corto plazo pues, a 18 meses de haberse realizado aun se ve lejana la recuperación financiera del diario y sus acciones todavía siguen a la baja.
Ahora, la convergencia tecnológica está llevando al dueño de Telmex a enfrentar una de las contiendas legales más interesantes que haya tenido, donde la gestión de opinión pública será, si no determinante, sí muy importante en la decisión que tendrán que tomar tanto la COFETEL como la Comisión Federal de Competencia: nos referimos al Triple Play que conjunta, en un mismo servicio, la telefonía, la televisión de paga y el servicio de Internet que en forma tan oportuna ya están promoviendo las empresas cableras, entre las que se cuenta la de Televisa, de la cual fuera accionista.
Además de esto, vienen las reformas a la Ley de Radio y Televisión y la Ley de Telecomunicaciones que, por órdenes de la Corte, dicho sea de paso, nos deben los legisladores quienes, además de lo legal, se supone que basan su juicio en la opinión pública manifiesta.
Hace poco más de un mes, Multivisión anunció una alianza estratégica con Telmex y EchoStar para otorgar el servicio de TV satelital y así competir de manera directa con SKY, empresa también del Grupo Televisa a la cual, ante la competencia del Triple Play, sólo le queda seguir sosteniendo la exclusividad de sus partidos de futbol y de otros deportes con mucho menor preferencia en nuestro país. Esta alianza provocó de inmediato los rumores que señalan éste como el primer paso de Telmex para ingresar al negocio de la televisión sin necesidad de modificar su título de concesión, y aunque esta empresa dijo que su única función en la alianza será la de facturar este servicio a través del recibo telefónico, señaló también que está en espera de que el gobierno le autorice a prestar también el Triple Play completo.
Independientemente de los argumentos legales que a favor o en contra tengan Telmex o los proveedores de TV por cable, al menos en la opinión del consumidor queda la duda en si perjudicar a un monopolio significa beneficiar al otro, ya que, como es bien sabido, en la mayoría de ciudades como el Distrito Federal, sólo hay un sistema de cable.
En ese sentido, para quienes a través de un programa de gestión de opinión (fundamental en la disciplina que nos ocupa) trabajen en el asunto, será muy importante concienciar sobre los beneficios de la competencia, poniendo un especial énfasis en que la señal satelital o de Cable que nos venden, es hasta dos veces más cara que, por ejemplo, en Estados Unidos. Lo anterior además de brindar la libertad de selección que todo consumidor merece en un entorno de verdadera competencia empresarial.
Este simple razonamiento, estratégicamente comunicado y sustentado en un buen trabajo de investigación de campo, puede servir incluso como una actividad de cabildeo para que los encargados de reformar las legislaciones pendientes en la materia, tomen una decisión que nos beneficie como consumidores.
Aunado a todo esto, es aconsejable tomar ventaja de la imagen que Slim tiene de “Rey Midas”, para convencer al futuro consumidor de que el servicio que prestará evolucionará tecnológicamente, sin duda, al mismo ritmo que los mejores del mundo.
Por su parte, a los cableros sólo les queda insistir en el recurso legal que le impide a Telmex, por su título de concesión, ofrecer el servicio completo. No pueden comunicar en forma negativa el concepto de monopolio, dado que pueden caer en una enorme contradicción, sobre todo por dos razones: la primera, porque ellos mismos tienen esta práctica zonal y hasta regional; y el segundo, porque al estar ya ofreciendo la telefonía como parte del Triple Play, convierten a Telmex en un proveedor más de este servicio.
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