diciembre 19, 2013

El Aprendizaje de Gates

Cuando Bill Gates dijo que los clientes descontentos eran su mayor fuente de aprendizaje, seguramente estaba muy lejos de imaginar que se tendría que comer sus propias palabras porque, ahora mismo, la conclusión sería que no ha aprendido absolutamente nada.

La versión de Microsoft® es que fue fundada por Bill Gates y Paul Allen en 1975 y que actualmente ofrece una gama de aproximadamente 20 productos, dos de los cuales, Windows® y Office® ocupan un gran segmento de mercado, sobre todo este último software que, a decir de los informes de la misma empresa, hace diez años alcanzaba una cuota de mercado del 90.5%, no así Windows que ha ido cayendo gradualmente cada año, gracias a la innovación de otros sistemas personales.

Decía Balzac que detrás de cada gran fortuna hay un crimen de por medio (entendida la palabra crimen, desde luego, como un delito o muchos acumulados con un mismo propósito).

Por mucha gente es conocido que el mérito de Bill Gates fue venderle a IBM un lenguaje BASIC prometiéndole mejorarlo a un sistema mucho más simplificado, mismo que fue el DOS que posteriormente –de acuerdo con la historia que Microsoft propaga–, él compró legalmente.

La realidad, que ya ha aparecido a la luz a través de testimonios y libros que han dado lugar a películas y documentales (cortos y largos), es que Gates le encargó a Steve Jobs la creación de un sistema operativo que a través de “ventanas”, pudiera simplificar el trabajo del usuario final y que se entregaría junto con el equipo de cómputo. De ahí nació el primer sistema “de ventanas” cuya patente fue cedida a Apple.

No obstante, Gates la llamó Windows® y la vendió como suya, en un claro caso de piratería (con toda la ironía que ello pueda traer dada la encarnizada lucha que Microsoft® emprende contra esta práctica ilegal).

Las prácticas de Microsoft® (por más fundaciones que intervengan en su favor y que siempre sirven para “lavar” un poco los ingresos de las cargas fiscales que ameritan), con respecto al cliente han sido las de todo cuasi-monopolio “esto es lo que hay y hazle cómo puedas”.

Todo mundo sabe que cada vez que hay una versión nueva del sistema operativo la queja de los usuarios se multiplica dado que, o no se adapta completamente al tipo de ordenador o tiene un sinfín de errores operativos ante los que se debe tener “paciencia de santo” hasta ver cuándo se le ocurre a la empresa sacar una versión o “parche” que los corrija (con costo, normalmente).

Con el nivel de participación en el mercado que Microsoft® dice tener, en lo que menos repara es en las necesidades y quejas de los clientes.

No es uno. Son muchos los testimonios que antes de escribir este artículo pude reunir para comprobar la calidad en el servicio que tiene esta empresa.

Muchas personas han experimentado problemas (independientemente del sistema operativo), con el software de Office®. Problemas que van desde la vinculación de archivos de versiones anteriores con archivos nuevos a problemas de vinculación entre los diferentes programas del mismo software (problemas que, por lo general, no aparecen en los manuales –cuando los hay, algo de lo que PROFECO, debería estar más al tanto–).

El asunto es que cada vez que se solicita apoyo de un especialista para la revisión de ese software (ya ni siquiera se pide que sea a domicilio, todos los testimonios coinciden en haber sido capaces de llevar su equipo a donde les dijeran), uno llama al soporte técnico de la oficina de Microsoft®, en este caso la de México, y se topa con una persona de quién sabe qué nacionalidad, que atiende desde quién sabe qué lugar en Estados Unidos (probablemente Miami), y que textualmente dice que, y cito: “no hay en México especialista que pueda ayudarlo”. Es decir, su soporte técnico sirve para nada.

Una empresa que no es capaz de proporcionar un servicio directo y personalizado, o cuando menos hacer la recomendación de uno de los muchos expertos certificados que presume preparar y tener para que proporcione este servicio, no sólo pierde credibilidad, sino que saca a relucir todas las leyendas negras que en torno suyo (ciertas o falsas), se hayan creado.

Donald Porter, quien ha tenido enormes logros en el mundo de los negocios (desde VP en British Airways, pasando por Lloyds Bank –donde cambió toda la cultura y la estrategia de servicio al cliente de este banco y que actualmente tiene su propia consultoría, MSB–), decía: “Los clientes no esperan que seas perfecto; ellos esperan que arregles las cosas cuando van mal”.

Un proveedor que no está ahí, cuando su cliente lo necesita, no sirve absolutamente de nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Revolución

  por Manuel Moreno Rebolledo Con 110 años de edad, la Revolución Mexicana –impulsada por la pequeña burguesía de la época y con un ideario...