Por Manuel Moreno Rebolledo
La oración que pronunciara John F. Kennedy el 20 de enero de 1961, cuando juró por la investidura como el presidente número 35 de Estados Unidos, –“no preguntes lo que tu país puede hacer por ti… pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”–, de haberse dirigido a los mexicanos, nos habría quedado, históricamente como sociedad, muy grande.
Sé que habrá muchos que no se ofenderán porque no se han sentido aludidos. Han sabido llevar una vida plena de civilidad, han sido ciudadanos en toda la palabra y han sabido hacer algo más que cruzar una boleta en cada elección; o no hacerlo porque también se han dado cuenta de que, en este país, la oferta política se ha vuelto cada vez más sombría y como lo suyo no es votar por el menos peor terminan, en el mejor de los casos, anulando su boleta. No obstante, cuando han votado por alguien, han sabido que el paso siguiente es la vigilancia al cumplimiento de los compromisos y, de no darse dicho cumplimiento, a la exigencia para su consecución. Siempre con autocrítica. Pero sabemos que han sido los menos, los significativamente menos.
Mucho nos falta avanzar como sociedad para tener mejores contendientes por el poder en México; bien nos valdría saber qué hemos hecho mal. De entrada, preguntar cómo pretendemos que nos traten como ciudadanos si seguimos permitiendo que nos traten como pueblo. Seguimos siendo responsables, como sociedad, de los excesos sin vigilancia. Una relación nutricia es aquella que hace a cada miembro querer ser mejor. Entre partidos y ciudadanos, ha sucedido justo lo contrario.
Muchos partidos se crean no para ser relevantes con sus votantes sino con otros partidos políticos (y nosotros lo permitimos); nacen para ser utilizados como palanca para mover posiciones, para ganar puestos, no adeptos. El PES, por ejemplo, –junto con los que querían crear Elba Esther Gordillo o Pedro Haces–, nacen como partidos-clientela que buscan desde su origen la alianza que les permita sobrevivir y seguir alquilando al mejor postor sus activos. Muchos de ellos, como el Partido Verde o el Partido del Trabajo, resultan también negocios familiares muy rentables. Posiblemente México Libreentraría en esa categoría salvo por una diferencia: ellos sí intentarían plantarse como contendientes. Conocedor del proceso migratorio que tuvo el PRD con Morena, Felipe Calderón seguramente estaría tratando de imitar la fórmula con el PAN, conociendo además que la debilidad de ese partido no sólo radica en el ‘donnadieismo’ de quien lo dirige sino en la ausencia de ideas que hoy como principal oposición padece.
Pero escribo de los pretendientes, no de quienes ya viven de nuestros impuestos. Los descritos son a los que el INE les negó el registro el pasado viernes –negativa que aún está por verse pues es el Tribunal Electoral quien tiene la última palabra–. Dos de ellos nacen con toda la intención de servir como comparsas al actual partido en el poder: el de Elba Esther Gordillo –Redes Sociales Progresistas–, que tendría como propósito servir de brazo político del SNTE aliándose con Morena cuando fuera requerido, a condición de que todo lo referente a la educación pública del país (presupuesto incluido), pasara por su supervisión y aprobación.
Por otra parte, Grupo Social Promotor de México, cuya cabeza más visible es Pedro Haces –líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (pretendida sucesora de la CTM por el actual gobierno) y senador suplente de Germán Martínez por Morena–, que representaría al sector obrero del gobierno sin tener la necesidad de formar parte del partido en el poder, lo que le redituaría cierto margen de autonomía, sobre todo presupuestal. Afortunadamente para nosotros, ambas agrupaciones –la de Gordillo y la de Haces–, estarían violando el criterio cuatro (referente a la intervención gremial), lo que hará que eventualmente el Tribunal ratifique su negativa de registro.
¿Qué pasa, sin embargo, con los partidos que asumimos sí funcionan como oposición?
¿Qué pasa con el PAN, con el PRI, con Movimiento Ciudadano o con el PRD? Nada. No pasa absolutamente nada: unos por falta de imaginación, otro por haber pactado su entrega pasiva al presidente en turno, y uno más porque su autoestima es tan baja, que optó por volver a dejarse dirigir por quien, en el nombre, labró el camino de su desgracia. Los cuatro son los grandes enanos del circo. Son quienes, tal y como están, terminarían por dañarnos aún más. Los cuatro han olvidado que los liderazgos se construyen, no se dan por generación espontánea (ojo, escribo liderazgos, no caudillismos).
He leído en los últimos días, sobre todo en redes sociales, un fuerte reclamo por unificar votos en contra de Morena (y en favor de cualquiera de los antes mencionados) para que ese partido no siga con la mayoría en la Cámara de Diputados y no comience a tener la mayoría de las gubernaturas; y me pregunto: unificar votos ¿en torno de cuál? ¿Cuál me ha atendido para apoyar (o no) alguna decisión que afecte (o no) mis intereses? ¿Cuál me ha tomado en consideración para la legislación de una ley, o para la formación de un presupuesto? En resumidas cuentas ¿Cuál me ha respetado como ciudadano?
La oposición no crece no por falta de liderazgos; no crece por falta de respeto al elector. Hace dos años llegó un engaña-incautos diciendo que con él las cosas serían diferentes y muchos terminaron creyéndole. Ya demostró que es exactamente igual y ahora son muchos quienes también quieren quitarle el poder que le dieron.
Y regreso al inicio. ¿Me he dado yo a respetar si pasan los años –y las elecciones–, y sigo dándole mi confianza a una organización política que reiteradamente sólo me ha volteado a ver cuando ha necesitado mi voto? En esto también incluyo al más nuevo pues es justamente el que se ha nutrido de todos los demás, probando con ello lo endogámico de este sistema.
Uno debe hacer cosas diferentes si busca resultados diferentes. Debemos empezar por vender mucho más caro nuestro voto y hacer algo por nuestro país, no sentarnos a esperar a que sea otro quien lo haga.
Nos leemos la semana entrante y los invito a seguirme en Twitter: @ManuelMR.
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