julio 01, 2014

Reforma Energética: Efectos de la Publicidad sin Comunicación

De inicio, en su Teoría sobre la Verdad y Conocimiento –que forma parte indiscutible de sus importantes manifiestos junto con la Teoría de Acción Comunicativa–, Jürgen Habermas nos dice que “la condición de veracidad que tiene un asunto, la da el potencial asentimiento de todos los otros”, es decir, que “el universal (y pragmático) sentido de la verdad, está determinado por la demanda de alcanzar un consenso racional”. Pronto se dio cuenta de lo epistemológico e idealista de esta aseveración.

Entonces fue que enriqueció la propuesta estableciendo un “realismo pragmático” al sostener que, en un mundo objetivo, además de un consenso ideal se precisa de un “hacedor de la verdad”.

Todo esto viene al caso si se trata de analizar la disputa que el gobierno sigue y seguirá teniendo sobre los beneficios de la Reforma Energética y sus leyes secundarias.

Caos

Desafortunadamente, la falsa creencia de que la construcción de puentes de convencimiento a través de tácticas y herramientas de comunicación poco convencionales (BTL + RP = conocimiento y consenso), podrían dar como resultado un “ruido” antes de tiempo, llevaron a los encargados de comunicar las ventajas de esta Reforma a sólo publicitarla y, con ello, a generar un caos que seguramente querían evitar. Sé de antemano que hay quienes dirán que la sociedad ya estaba lo suficientemente polarizada como para aceptar de buena gana información del gobierno sobre lo positivo de sus propuestas cuando muchos a este gobierno no le creen.

Y es justamente por esta razón que la estrategia falló. Si dentro de esa polarización quienes están en contra del gobierno consideran que los medios electrónicos (sobre todo la TV), son incondicionales del gobierno que repudian, una campaña de publicidad que se lanzó en vísperas de la presentación de la Reforma –campaña cara, larga, y con muchas deficiencias–, no era ni con mucho la opción más viable.

Nadie gana con la confusión

Esta campaña tuvo resultados favorables, sí… pero para la oposición: ha provocado movilizaciones, un debate a posteriori de la aprobación de la Reforma y ha logrado, sin duda, remover los escombros de un nacionalismo trasnochado hasta de quienes podrían haberse adherido sin problema, al grado que muchas encuestas revelan que la mayoría cree que “se vende Pemex” (premisa que, por cierto, también se debe a un error en no saber comunicar).

Es importante ser claros, sobre todo para aquellos que aún no entienden que la publicidad es sólo una disciplina más en un entorno de comunicación integral. Es importante también entender que un asunto de comunicación política como el que nos ocupa debe ser atendido en forma multidisciplinaria. Por obviedad de espacio sólo señalaré los pasos lógicos a seguir.

Pasos lógicos

El primero hubiera sido armar la propuesta de Reforma (con esbozo de Leyes Secundarias incluidas) con un grupo multidisciplinario y donde estuvieran involucradas la mayor parte de las posiciones políticas del país –ojo: posiciones políticas no necesariamente implican Partidos; hay incredulidad por el Pacto por México–, en un marco que fuera percibido como debate incluyente con un mínimo de difusión y opinión controlada. Al mismo tiempo, efectuar sondeos inducidos sobre el tema entre la población para conseguir, entre otras cosas, opiniones a favor. También y casi simultáneamente, recoger opiniones propicias de personajes importantes o sensibles para la población no muy convencida de esta Reforma y difundirlas informativamente. Con esta estrategia, los antagónicos de siempre ya tendrían crisis de credibilidad.

Como segunda etapa, utilizar en forma consecutiva herramientas de información directa: correo, folletos de reparto en vía pública, blogs, links informativos en Internet, pláticas en universidades y centros de trabajo, etc. Posteriormente se pudo haber realizado una presentación del proyecto de Reforma con gobernadores para escuchar comentarios y añadir los pertinentes a la propuesta y, luego entonces –ahora sí–, se podría haber hecho la presentación de este proyecto a los legisladores.

Fórmula

Al final de todo este proceso, se hubiera podido lanzar una campaña de publicidad que ya no hubiera tenido que informar (¿para qué?), sino fijar la posición de lo que prácticamente hubiera sido un consenso para terminar así de convencer sobre los beneficios de esta Reforma.

La fórmula, en resumen, sería: RP + BTL + RP + ATL. El costo hubiera sido mucho menor política y económicamente hablando.

Un dicho brasileño –ahora que estamos en efervescencia mundialista–, resume el caso: “Barco parado nao faz viagem”.

Hasta el próximo mes.

Los invito a seguirme en Facebook o por Twitter: @ManuelMR.

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