febrero 20, 2014

La Legión

Qué razón tenía Einstein cuando decía que el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad. Los Legionarios de Cristo (y su Gran solapador) son un claro –y ahora mucho más palpable– ejemplo.

El miércoles pasado, la ONU acusó al Vaticano de violar la Convención de Derechos del Niño tras publicar un informe muy crítico en el que le exige que denuncie a la policía a todos los pederastas.

En las conclusiones del informe, la ONU urgió a la Santa Sede a "apartar de inmediato de sus funciones a todos los autores conocidos y sospechosos de abusos sexuales a niños, y denunciarlos a las autoridades competentes para que los investiguen y procesen" –una solicitud que parecería obvia a una institución que supone predicar bondad–.

Sin embargo la reacción del Vaticano fue lamentar las “interferencias en la enseñanza de la Iglesia católica” y el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Federico Lombardi, declaró en España, que los activistas (a quienes culpó del informe de la ONU), quieren que la Iglesia responda a preguntas o ataques que muchas veces son presentaciones muy ideológicas o parciales de las cuestiones; mientras que el observador del Vaticano ante la ONU, Silvano María Tomassi, dijo que parecía que el informe de la ONU ya estaba preparado sin tomar en cuenta las últimas explicaciones que ya había dado la Santa Sede.

Jorge Mario Bergoglio, por su parte, ni siquiera ha emitido un comentario al respecto.

El tema en México lo destapó hace algunos años el espacio noticioso de MVS, donde se entrevistó a una de las familias del sacerdote Marcial Maciel, fundador de la orden de los Legionarios de Cristo. En dicho noticiario, se reveló la existencia de más de una familia del cura; de cómo la esposa de esta familia (la entrevistada) había sido engañada por Maciel con otra identidad y sin revelar su oficio; de cómo uno de los hijos de Maciel había sido abusado sexualmente por su propio padre; de un sinnúmero de actos de pederastia cometidos por este criminal; de cómo gente del círculo rojo de esta agrupación católica, como el rector de la Universidad Anahuac del Norte, por ejemplo, sabían de la existencia de estas familias, y de una serie de actos por demás siniestros que develaban una red de complicidades tanto del más alto poder económico y político en México, como del poder eclesiástico en el Vaticano.

En un acto desesperado de depuración de imagen y con la influencia de muchos medios de comunicación –que o son parte o están amedrentados por algunos anunciantes que son parte de la Legión–, esta congregación respondió sin negar nada pero alegando que los hijos de Maciel hablaron porque se les negó una herencia de muchos millones de dólares. Si atendemos esa lógica, los Legionarios de Cristo tienen en peor estima el chantaje que la pederastia.

Un gran patrocinador de los Legionarios, Lorenzo Servitje de Grupo BIMBO, fue mucho más allá. Pidió a los medios que se abstuvieran de difundir o hacer eco a la noticia difundida por MVS, arguyendo que la ropa sucia se debe de lavar en casa.

Como muchos saben, Servitje es responsable de una abominable agrupación de censura no oficial que se llama “En Favor de lo Mejor” y que ha sido causante de que algunas emisiones (de radio o TV) hayan salido del aire y que además se está volviendo el lugar favorito de estudiantes que quieren hacer su servicio social rápidamente, con la simple denuncia de anotar que en determinada emisión se dijo o se vio algo que las buenas conciencias calificarían como “inadecuado”.

Sin que se tenga la certeza de si el dueño de BIMBO sabía o no de los crímenes del fundador de su congregación –es lo que menos importa–, el hecho de querer ocultarlo habla de su condición moral y del oscurantismo con el que se maneja la Legión.

Y esa empresa es sólo una pequeña muestra. En la Legión hay banqueros, industriales, comerciantes, políticos de varios partidos, más empresas como la descrita y lo peor: escuelas y universidades en un país donde por ley, la educación tiene por obligación ser laica. Además de éstos, existe un gran grupo de personas satélite con pequeñas y medianas empresas las cuales, ya sea movidas por verdadera convicción pero con una profunda ignorancia de lo que sucede allá dentro o por un mero interés pecuniario, rodean a este grupo para buscar relacionarse con él. Desde que esto existe, obvia decirlo, lo saben quienes han presidido nuestros gobiernos e incluso, han apoyado con créditos y exenciones a estas empresas.

Desafortunadamente la reputación de quienes están cerca de esta congregación está intacta porque la red no es del dominio público y dudo que haya algún medio (con alguna o algunas empresas de este tipo como anunciantes), que se atreva a publicarla.

La infamia, paradójicamente, aparece en lugares donde debiera combatirse.

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