febrero 20, 2014

Ex Presidentes

Una simple pieza de escándalo mediático le puede dar al traste a seis años de un gobierno estable y hasta cierto punto con buenas cuentas.

No, no se hagan bolas. Hablo de Harold Macmillan, Primer Ministro británico (de 1957 a 1963) quien, después de un gobierno de auténtica reconstrucción por la postguerra y partidario de “desenfriar” la Guerra Fría por su diálogo constante con el oeste –especialmente con Nikita Jruschov–, pudo controlar todo menos la doble moral de sus correligionarios del Partido Conservador, especialmente de su Ministro de Defensa, John Profumo, a quien tuvo que sacrificar (y con él al prestigio de todo su gabinete), debido al affaire que éste tuvo con Christine Keeler, una showgirl quien a su vez era amante del agregado naval soviético en Londres, Yevgeny Ivanov, quien actuaba como espía con la típica coartada de ser diplomático. Este affaire lo llevó magistralmente al cine Michael Caton-Jones en 1989 en una película llamada “Scandal” (por si gustan).

Todo esto sale a colación por una frase que –ya retirado–, acuñó Macmillan y que se adapta perfectamente a nosotros los mexicanos: “Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá”. Frase que nuestros ex presidentes utilizan exactamente al revés.

Desde hace un par de semanas (en algunos casos como pretexto del vigésimo aniversario de ese funesto 1994; en otros búsqueda de reflectores ante el descrédito), han desfilado por los medios de comunicación los cuatro ex presidentes más recientes (el otro que queda vivo, LEA, debe estar ya embalsamado –o al menos debería–), y se han aparecido difundiendo sus verdades, refutando las de otros, dando puntos de vista que jamás les pidieron y anunciando fundaciones con objetivos –lo menos–, sospechosos.

A partir de que el presidente Cárdenas exiliara a su antecesor por excederse en sus derechos como ex presidente, se hizo una regla no escrita por la cual estos no podían aparecer públicamente a opinar sobre cualquier asunto público. No podían, simplemente, aparecer. Las cosas marcharon medianamente bien con esta fórmula hasta que Luis Echeverría habló de algunas acciones del gobierno de López Portillo y lo mandaron como embajador plenipotenciario a las Islas Fidji. A eso se sumó por esa época el dicho de Díaz Ordaz sobre Echeverría, donde reconoció públicamente que cada cada vez que se veía al espejo se llamaba a sí mismo “pendejo” por haber nombrado a LEA su sucesor.

Pasaron los sexenios de Miguel de la Madrid y de Salinas sin que sus antecesores aparecieran. Todo empezó de nuevo con la presidencia de Zedillo cuando, como presidente en funciones, culpó a su antecesor por la crisis financiera y además metió a su hermano a la cárcel donde lo hizo permanecer con la siempre recordada ayuda de una vidente mejor conocida como “La Paca” (en lo que se recuerda como el inicio del CSI a la mexicana). La reacción de Salinas pasó de una huelga de hambre con su agüita Evián que duró sólo unas horas, a un cabildeo internacional constante contra su sucesor.

A partir de entonces ni el contenido ni el tono han cambiado. Vicente Fox se siente con la autoridad intelectual (y moral) de opinar sobre todos los temas que dejó fuera de su agenda mientras fue presidente; Salinas sale ahora a darnos una tras otra su versión de los hechos de lo ocurrido en el último año de su sexenio (explicación que parece que sólo El Universal le pidió) y ante la falta de un interlocutor de fiar con derecho de réplica, sale dando maromas (como lo ha hecho desde que dejó el gabinete de Salinas) un Manuel Camacho que tendrá también de todo, menos confiabilidad.

Zedillo se suma a vitorear las reformas de Peña Nieto sin que nadie se lo haya solicitado y ni se toma la molestia de contestarle a Salinas mientras que todos los cercanos a ellos en esa época no dejan de comentar lo que desde entonces era evidente: esos dos no se soportan.

Y bueno (éramos muchos y parió la perra, decía mi abuela), regresa Calderón de Harvard sin conocer a bien su destino pero con el objetivo bien puesto en abrir una fundación sobre desarrollo humano sustentable que seguramente buscará el sustento para desarrollar una o varias candidaturas (entre ellas la de la dirigencia nacional de su partido entre algunos de sus cercanos y, ¿por qué no? las que permitirán relanzar a su mujer).

En México, los ex presidentes son una especie de parásitos que siguen teniendo unos sueldos y prestaciones fabulosos; servicio de ayuda personal; miembros del ejército apostados al cuidado de sus propiedades; viajes todo pagado por cualquier lugar del mundo y todo a cargo del erario, es decir, de nuestros impuestos. ¿O no me diga Usted, querido lector, que los ex presidentes le parecen de gran utilidad? Ni para dar consejos.

Como decía Moliere: “Las personas no están jamás tan cerca de la estupidez como cuando se creen sabias”.

Así de inútiles, así de perjudiciales. ¿O No?

La Legión

Qué razón tenía Einstein cuando decía que el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad. Los Legionarios de Cristo (y su Gran solapador) son un claro –y ahora mucho más palpable– ejemplo.

El miércoles pasado, la ONU acusó al Vaticano de violar la Convención de Derechos del Niño tras publicar un informe muy crítico en el que le exige que denuncie a la policía a todos los pederastas.

En las conclusiones del informe, la ONU urgió a la Santa Sede a "apartar de inmediato de sus funciones a todos los autores conocidos y sospechosos de abusos sexuales a niños, y denunciarlos a las autoridades competentes para que los investiguen y procesen" –una solicitud que parecería obvia a una institución que supone predicar bondad–.

Sin embargo la reacción del Vaticano fue lamentar las “interferencias en la enseñanza de la Iglesia católica” y el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Federico Lombardi, declaró en España, que los activistas (a quienes culpó del informe de la ONU), quieren que la Iglesia responda a preguntas o ataques que muchas veces son presentaciones muy ideológicas o parciales de las cuestiones; mientras que el observador del Vaticano ante la ONU, Silvano María Tomassi, dijo que parecía que el informe de la ONU ya estaba preparado sin tomar en cuenta las últimas explicaciones que ya había dado la Santa Sede.

Jorge Mario Bergoglio, por su parte, ni siquiera ha emitido un comentario al respecto.

El tema en México lo destapó hace algunos años el espacio noticioso de MVS, donde se entrevistó a una de las familias del sacerdote Marcial Maciel, fundador de la orden de los Legionarios de Cristo. En dicho noticiario, se reveló la existencia de más de una familia del cura; de cómo la esposa de esta familia (la entrevistada) había sido engañada por Maciel con otra identidad y sin revelar su oficio; de cómo uno de los hijos de Maciel había sido abusado sexualmente por su propio padre; de un sinnúmero de actos de pederastia cometidos por este criminal; de cómo gente del círculo rojo de esta agrupación católica, como el rector de la Universidad Anahuac del Norte, por ejemplo, sabían de la existencia de estas familias, y de una serie de actos por demás siniestros que develaban una red de complicidades tanto del más alto poder económico y político en México, como del poder eclesiástico en el Vaticano.

En un acto desesperado de depuración de imagen y con la influencia de muchos medios de comunicación –que o son parte o están amedrentados por algunos anunciantes que son parte de la Legión–, esta congregación respondió sin negar nada pero alegando que los hijos de Maciel hablaron porque se les negó una herencia de muchos millones de dólares. Si atendemos esa lógica, los Legionarios de Cristo tienen en peor estima el chantaje que la pederastia.

Un gran patrocinador de los Legionarios, Lorenzo Servitje de Grupo BIMBO, fue mucho más allá. Pidió a los medios que se abstuvieran de difundir o hacer eco a la noticia difundida por MVS, arguyendo que la ropa sucia se debe de lavar en casa.

Como muchos saben, Servitje es responsable de una abominable agrupación de censura no oficial que se llama “En Favor de lo Mejor” y que ha sido causante de que algunas emisiones (de radio o TV) hayan salido del aire y que además se está volviendo el lugar favorito de estudiantes que quieren hacer su servicio social rápidamente, con la simple denuncia de anotar que en determinada emisión se dijo o se vio algo que las buenas conciencias calificarían como “inadecuado”.

Sin que se tenga la certeza de si el dueño de BIMBO sabía o no de los crímenes del fundador de su congregación –es lo que menos importa–, el hecho de querer ocultarlo habla de su condición moral y del oscurantismo con el que se maneja la Legión.

Y esa empresa es sólo una pequeña muestra. En la Legión hay banqueros, industriales, comerciantes, políticos de varios partidos, más empresas como la descrita y lo peor: escuelas y universidades en un país donde por ley, la educación tiene por obligación ser laica. Además de éstos, existe un gran grupo de personas satélite con pequeñas y medianas empresas las cuales, ya sea movidas por verdadera convicción pero con una profunda ignorancia de lo que sucede allá dentro o por un mero interés pecuniario, rodean a este grupo para buscar relacionarse con él. Desde que esto existe, obvia decirlo, lo saben quienes han presidido nuestros gobiernos e incluso, han apoyado con créditos y exenciones a estas empresas.

Desafortunadamente la reputación de quienes están cerca de esta congregación está intacta porque la red no es del dominio público y dudo que haya algún medio (con alguna o algunas empresas de este tipo como anunciantes), que se atreva a publicarla.

La infamia, paradójicamente, aparece en lugares donde debiera combatirse.

Debido Proceso

Por muchos años nos han hecho creer que el sistema judicial de Estados Unidos es no sólo infalible sino justo. Debido quizás a un ejercicio de argumentación falaz "Ad Populum” tendemos a creer que es cierto porque así lo cree la mayoría.
Mal debe andar un sistema de justicia cuando la base de sus top rated shows –más horas y horas de programación–, se dedican a mostrar las bondades de dicho sistema. Usando el mismo criterio, estaríamos ante un clásico “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Pero como decía Publio Sirio en una de sus máximas morales “el juez es condenado cuando el culpable es absuelto”, refiriéndose al estado de credibilidad de quien juzga cuando, en un juicio a su cargo, el responsable de un delito queda absuelto por un mal fallo o por un proceso deficiente.
El debido proceso es un principio fundamental del sistema de justicia en prácticamente todos los países. Bajo este precepto, el Estado debe respetar todos los derechos legales que tiene una persona ante la ley cuando ésta es acusada de un delito, dándole un mínimo de garantías que aseguren un resultado justo dentro del proceso judicial, que va desde la detención hasta el juicio.
En ese sentido, la fiscalía o la parte acusadora, debe seguir un procedimiento que garantice el debido proceso (en la detención, acusación, recopilación y presentación de pruebas) que dejen patente que un acusado no es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Esto apoya, en mucho, el concepto de imparcialidad.
Pero quien crea que esto forma parte de una utopía en países como el nuestro, lo animo a observar como este debido proceso se efectúa en países con un alto índice de inmigración. No, no sólo pasa en Estados Unidos. Pasa en toda la franja de países mediterráneos y, escalofriantemente, en la Alemania de Angela Merkel. Pero eso es sólo con la parcialidad de los juicios y la no aplicación del debido proceso.
En cuanto a la pena de muerte en Estados Unidos (que junto con Japón son los únicos países industrializados y demócratas que la sentencian), el criterio anti-inmigrante no es una regla que aplique. La doctrina acerca de la constitucionalidad de la pena de muerte es la de la sentencia de la Corte Suprema en el caso Gregg vs. Georgia, de 1976, en la cual, el Alto Tribunal declaró por una mayoría de siete votos a dos que este castigo tenía cabida constitucional en los casos de asesinato, al no violarse la Octava Enmienda de la Constitución.
Desde entonces (1976), se han ejecutado a 1,362 personas (entre ellas el mexicano Edgar Tamayo), y están en espera de cumplir con esa misma sentencia cerca de 3 mil reos más. Desde esa fecha, han sido 17 latinoamericanos los ejecutados (contando a Tamayo) y son 96 los latinoamericanos de los 3 mil que esperan la sentencia, de los cuales 58 son mexicanos o de origen mexicano. Un español también se encuentra en espera de ser ejecutado.
En 2005, gracias al caso Ropper vs. Simmons la corte falló en que era inconstitucional la ejecución de menores de edad. No obstante, hasta ese año, no se salvaron de este castigo 22 menores.
El tema de la pena capital es un asunto muy espinoso y debe ser analizado desde muchos ángulos y a partir de diferentes contextos. Intervienen en el tema ópticas que van desde la religiosa hasta la económica o desde la ética hasta la administrativa.
Desde quien piensa que una vida humana es sagrada sin importar el mal que haya provocado hasta quien ve el asunto en términos mucho más prácticos, sosteniendo (no sin razón) que no sólo no hay sistema penitenciario que reforme al individuo, sino que lo deja peor –liberar a alguien así sería un suicidio; dejarlo dentro, sería cargarle el costo administrativo a los contribuyentes–. Pero eso es harina de otro costal y el tema deberá ser analizado con mucha cautela.
Volviendo al tema de las ejecuciones en Estados Unidos, en el 90 por ciento de los casos de sentencia que han llegado a la Suprema Corte vía apelación (que son más de 500), ha habido fuertes indicios de fallas en el debido proceso de acuerdo con la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard.
En México, son incontables los casos de apelación debido a que no se lleva un debido proceso tomando en consideración valores como la imparcialidad y la equidad. Así, tuvimos en la cárcel por siete años (de una sentencia de 22) a Adriana Manzanares; a otra mujer que purga una condena en prisión por haber pagado con un billete falso de cien pesos; a Teresa, Alberta y Jacinta, las indígenas hñähñú quienes pasaron tres años en prisión por los delitos de ser mujeres, ser pobres y ser indígenas (hace unos días la PGR pidió perdón mientras ellas exigían respeto); y a muchos otros que están por no contar con el debido proceso.
En ese contexto –independientemente de que estemos a favor o en contra de la pena capital–, que el gobierno mexicano proteste ante el gobierno de Estados Unidos por el incumplimiento del debido proceso es, cuando menos, cínico. Está viendo la paja en el ojo ajeno.
Tanto en México como en Estados Unidos, aplica la vieja sentencia del Talmud: “Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”.
Así de desesperanzador, así de triste.

febrero 14, 2014

San Valentín

En 1957, Cary Grant y Deborah Kerr protagonizaron uno de los filmes más cursis (al menos desde la generalización de la mirada masculina) que ha producido Hollywood y que sirvió no sólo para explotar las posibilidades lacrimógenas de una industria, sino para potenciar comercialmente uno de los días más importantes para el mercado neoyorquino y la economía estadounidense en general: El día de San Valentín.

Los esfuerzos en comunicación (sobre todo en Publicidad, Punto de Venta y Relaciones Públicas) que para esta fecha hacen las cadenas comerciales en todo Estados Unidos –especialmente en Nueva York–, son más importantes que los efectuados para el Día de Acción de Gracias y aunque la inversión para atraer más compradores a las tiendas sigue creciendo, de acuerdo con la National Retail Federation de Estados Unidos, de diez años a la fecha las compras realizadas para el día de San Valentín en Nueva York han caído en un 24% promedio y estas siguen a la baja.

El título, sin embargo, no trae a colación recordar las cifras de ventas del 14 de febrero en Estados Unidos, Sino lo que se convirtió en una de las peores historias de Relaciones Públicas (sí, así les podemos llamar aunque sirva a intereses poco honestos –hay políticos que hacen cosas peores–), y que tiene que ver con el 14 de febrero:

Iniciando 1929, en Chicago, la pandilla O’Banion quería dejar de ser parte del clan de Al Capone. Bugs Moran, quien llegó a ser su nuevo jefe, empezó a competir contra la organización de Capone moviéndose dentro de algunas áreas de interés que tenía Capone, tendiendo una serie de emboscadas en contra de éste y de algunos miembros clave de su banda.

Peor aun, Moran conciente de que Al Capone quería mantener una imagen pública limpia, aprovechaba cualquier oportunidad para atacarlo a través de los mismos medios que, en una porción muy importante, eran pagados por el gángster más recordado de todos los tiempos. Esto provocó en Capone una ira casi incontrolable que tuvo que apaciguar para no atraer una aversión popular hacia su organización. Para zafarse, Capone decidió tomarse unas vacaciones en Florida. Sin embargo, resolvió mantenerse en contacto frecuente con Chicago para seguir atento a la situación con Moran.

Con la mitad de la policía y jueces de Chicago en la bolsa, Capone creyó que lo mejor era eliminar a Moran mientras él se encontraba “a salvo” del escrutinio público en Florida. Para esto, buscó que toda la prensa que se encontraba a su disposición, publicara información sobre su propiedad en Florida y sobre los gastos que para mejoras y remodelaciones había hecho su esposa; con lo que buscaba crear la idea de que estaba completamente ajeno a los asuntos de Chicago.

Buscando una fecha apropiada para tratar con Moran, Capone sugirió que fuera el día de San Valentín en el que el “Dr. Thompson” le entregaría un regalo a Moran de su parte.

El 14 de febrero, miembros de la banda de Moran fueron a un garage que operaba como bodega en la calle Clark a esperar un cargamento de licor, mismo que debía ser personalmente inspeccionado por Moran para definir su distribución. Moran, quien había parado por un café, llegó minutos tarde y, mientras se aproximaba al garage, vio un carro de policía estacionado frente al lugar. Percibió que un ataque se estaba perpetrando y se alejó del lugar lo antes posible.

Cuatro hombres entraron al garage, dos en uniforme de policía y otros dos de civil. Testigos que vivían cerca del lugar, declararon después que escucharon el tronar de un neumático y dos estallidos de escape de auto. Luego se abrieron las puertas y dos hombres vestidos de civil salieron con las manos en alto, seguidos por los uniformados quienes les iban apuntando con sus armas.

La mayoría de la gente que vio esto, pensó que se trataba de otra redada, lo que era muy normal en esa área. Los cuatro hombres se metieron en el automóvil y partieron del lugar.

Por un rato, todo permaneció quieto hasta que un perro, dentro del garage, comenzó a aullar. Los aullidos continuaron por un tiempo hasta que uno de los vecinos fue hasta el lugar para hacer algo que callara al perro. El vecino corrió fuera del garage y llamó a la policía para informarles que se había topado con una masacre.

Inmediatamente corrió la voz de que había sido obra de Capone y, aunque gran parte de los periódicos de Chicago manejaban el tema como un pleito de pandillas ajenas a éste, nunca pudieron distraer o acallar la corriente de opinión popular.

En 1959, el cine también refirió este episodio aunque de una manera deliciosamente cómica en “Some Like It Hot”, protagonizada por Tony Curtis y Jack Lemmon, con la increíble Marilyn Monroe. 

La Revolución

  por Manuel Moreno Rebolledo Con 110 años de edad, la Revolución Mexicana –impulsada por la pequeña burguesía de la época y con un ideario...