octubre 03, 2011

Galimatías

La enfermedad del ignorante es ignorar sus propia ignorancia, decía el escritor y pedagogo estadounidense, Amos Bronson Alcott.

Amén del incremento de la violencia en diferentes ciudades del país en las últimas semanas (lo más sonado por cruento y porque dejó salir a flote toda la podredumbre de la clase política en Monterrey, fue sin duda el caso del Casino Royale), el Estado mexicano parece no sólo estar ausente de una voz que confiera coherencia –por no decir de una estrategia que la tenga–, al caos de declaraciones sin vocero y voceros autoerigidos opinando sobre el tema.

¿Falta de inteligencia o cinismo?
Uno de los primeros en salir a opinar (¿por qué no?), comentando que se hacía necesario pactar con el narcotráfico –luego se desdijo, pero ahí están publicadas sus primeras declaraciones para que no quede el mínimo margen de duda–, fue el ex presidente Vicente Fox, quien después en una serie de artículos publicados por El Universal, trató de matizar su desatino dando una serie de datos, no todos certeros, estableciendo un paralelismo inadecuado –desde mi punto de vista–, entre Colombia y México.

Sin que se nos pase que fue a Fox a quien se le escapó el “Chapo” de la cárcel (¿para “pactar”?), y que se trata del “capo” más buscado por la DEA y prácticamente por todas las policías del mundo, el hecho de que se atreva a opinar sobre el tema –sobre todo dejando el turbio panorama que dejó (“si la perra está amarrada, aunque ladre todo el día”, decían Los Tigres del Norte)–, revela no sólo su cinismo (prefiero pensar que el hombre no es tan ignaro), sino que deja al descubierto el enorme hueco de destreza política que existe en la administración de Calderón.

Un asunto de pericia
Porque una cosa es que la oposición (sobre todo el PRI porque es quien anda más encaminado a la presidencia de acuerdo con las preferencias del votante en todas las encuestas hechas hasta la fecha), le quiera meter goles al presidente y lo quiera cuestionar a poco más de un año de que acabe su sexenio –eso está presupuestado sobre todo en tiempos preelectorales–, pero que su antecesor, del mismo partido político que él, no sólo le cuestione su programa más importante de gobierno (que, por supuesto, no es el más efectivo), sino que además deje ver que no debiera verse con malos ojos el regreso del PRI a Los Pinos, es de alarmar.

O se trata de una vieja deuda por cobrar o todos los peyorativos que se han dicho del ex presidente son totalmente ciertos. A eso se suma que quien debe llevar la parte fina de la política de esta administración no ha existido en todo lo que va del sexenio porque, simplemente, no ha sabido cómo controlar las opiniones que salen de su propio partido político.

Por si hiciera falta
Además de todo lo anterior, todo esto coincide con el mensaje que con motivo de su quinto informe de gobierno pronuncia Calderón, de la mano de la pauta de publicidad sobre los logros de su gestión y acompañada, también, de una serie de entrevistas “a modo” por parte de la televisión abierta.

Sobre la publicidad, decir que no es comunicación política y que además es insuficiente, insulsa, poco efectiva en formato y en contenido, y que no termina por sostener un mensaje que debiera enfocarse mucho más a lo que le preocupa a la gente y no a temas que, aunque importantes, no generan votos, no es novedad.

Sobre la campaña informativa a través de las citadas entrevistas, decir que no fueron a fondo, que el presidente mostró además de su “mecha corta” y su cortedad en otros aspectos (al decir, por ejemplo, que si le sacan dos armas el saca tres), tampoco es novedad. Esta falta de estrategia comunicacional la ha venido demostrando la presidencia una y otra vez a lo largo del sexenio.

Para rematar
Sumado a lo ya expuesto, el partido en el poder, el PAN, cuenta al día de hoy que escribo esta columna con cuatro aspirantes a la presidencia (seguramente cuando esta columna salga a la luz, serán sólo tres). El asunto, diría Shakespeare, no radica en ser o no ser precandidato, sino con qué se quiere serlo y cómo no intervenir en este enredo.

Tanto Ernesto Cordero, como Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota (los que quedan del contendiente más débil), tienen su punto de vista sobre la estrategia presidencial y aunque la han expuesto (salvo Cordero), queriendo estar de acuerdo con ésta, la verdad no pierden la oportunidad de decir que tiene que mejorarse.

En fin que, a poco más de un año que Calderón deje la presidencia, la ignorancia sobre este tema y muchos otros avanza y no se le ve salida a absolutamente nada.

“La ignorancia es la madre de todos los crímenes. Un crimen es, ante todo, una falta de raciocinio”, decía Balzac.

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