Por Manuel Moreno Rebolledo
En el siglo I A.C., Virgilio, por encargo del emperador Augusto –y con el fin de glorificar al Imperio Romano–, trató de reescribir los poemas homéricos tomando como inicio la Guerra de Troya y la final destrucción de esa ciudad, culminando su relato con la gestación de Roma tratando de imitar la forma como fue escrita la mitología griega. Esa epopeya latina se conoce como La Eneida.
Timeo Danaos et dona ferentes (temo a los griegos incluso cuando traen regalos), es quizá la frase más conocida de esa magnífica obra y Virgilio la ubica cuando el sacerdote troyano Laocoonte desconfía del caballo de madera regalado por los griegos a los troyanos y les advierte de no aceptar el obsequio.
Todo mundo recuerda como acaba la historia del Caballo de Troya. No sé si Gertz Manero también lo recuerde y menos aún Andrés Manuel López Obrador quien, para efectos del caso Lozoya, se ha vuelto su principal vocero.
Hasta ahora, lo que sabemos del caso en cuestión, es que el Fiscal General de la República ha dicho que tiene la certeza plena de que ninguno de los delitos que se le imputan a Emilio Lozoya ha prescrito y negó haberle dado beneficios especiales para permanecer en libertad. Descartó también que pueda ser liberado de cargos y que sus bienes incautados –algunos en Europa, otros en México–, garantizan en parte el daño causado a Pemex.
Así mismo, es el Fiscal quien ha dicho que las denuncias de Emilio Lozoya en contra de Peña Nieto y Luis Videgaray son de dos tipos: la primera (100 millones de pesos en números redondos) en pagos a consultores extranjeros para la campaña electoral del PRI en 2012; y la segunda (400 millones de dólares, también en números redondos), para la compra de voluntades de diputados y senadores y garantizar con ello la aprobación de una de las reformas estructurales.
De igual forma, Gertz Manero detalló que hay otra parte de las denuncias donde se habla de Etileno XXI. Como se sabe, en el caso de esta última empresa también se operaron beneficios de carácter económico por parte de Oderbrecht e involucra directamente al gobierno de Felipe Calderón como responsable.
Hasta ahora, el que Emilio Lozoya le hizo a la 4T parece ser sólo un regalo envenenado y los delitos que Gertz Manero dice que no han prescrito, seguramente se refieren solamente a los que ha cometido el propio Lozoya, Me explico.
El traspaso de 100 millones de pesos de Oderbrecht al pago de “consultores extranjeros” para la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012, sería considerado como un delito electoral mismo que, en términos de las leyes vigentes en la materia –cuya encargada de investigar es la FEPADE–, ya prescribió.
De igual forma, el caso de Etileno XXI, amén de que una de las partes beneficiadas sea IDESA (la empresa de la familia del exsecretario de Comunicaciones y Transportes del actual régimen, Javier Jiménez Espriú), de comprobarse, sería un delito que seguramente también ya prescribió. La mayoría de delitos relacionados con la corrupción tienen una prescripción promedio de cuatro a cuatro años y medio, salvo tres: Cohecho (que tiene un promedio de prescripción de 5.8 años); Peculado (con un promedio de prescripción de 7.3 años), y Enriquecimiento Ilícito (con un promedio de prescripción de 7.4 años).
Entonces a Gertz Manero le quedaría por investigar la instrucción que Peña Nieto y Luis Videgaray le hubieran dado a Emilio Lozoya de repartir 400 millones de dólares –otorgados por Oderbrecht–, para el soborno de un determinado número de legisladores en favor de la Reforma Energética. Honestamente no veo cómo Lozoya haya conseguido un oficio, un memorándum o una videograbación donde cualquiera de los mencionados le haya girado la instrucción precisa de hacer lo que dice le pidieron hacer.
Ojo, con esto no quiero decir que no haya sido posible que los ilícitos hayan sucedido o siquiera sugerir que Peña Nieto o Videgaray sean inocentes de cualquier cargo de corrupción; si algo distinguió a la anterior administración es que siempre estuvo en entredicho al respecto. Lo que suscribo es que, lo que intenta probar Gertz Manero con los dichos de Lozoya es mucho más complicado de lo que nos quieren hacer creer.
Ahora bien, es muy curiosa la ansiedad de López Obrador por difundir “adelantos” del caso Lozoya. El presidente ha sido hasta ahora el más pertinaz amplificador del caso –aunque diga el Fiscal General que no le ha filtrado información alguna–, y lo ha sido por una razón muy importante: que su narrativa no se caiga.
Es mucha la casualidad sobre los tres temas que el asunto abarca (delitos, si acaso, prescritos o no), cuadran perfectamente con el discurso de López Obrador: el primero, que ha dicho que perdió la elección de 2012 por el dinero que, fuera de la ley, repartió el PRI en su campaña; segundo, ha dicho que las reformas estructurales se hicieron no por convicción sino por la corrupción del ‘PRIAN’; y tercero, que el gobierno de Felipe Calderón –si no es que él mismo–, fue un gobierno corrupto. Las denuncias de Lozoya coinciden perfectamente con los dichos de AMLO.
Sin embargo, de no acabar Peña, Calderón o Videgaray en la cárcel y sólo utilizar la información que está dando Lozoya para defender el discurso del presidente, el asunto le puede explotar en la cara al gobierno y llevar a la Fiscalía a un problema de reputación del cual no se reponga.
El regalo, entonces, será un regalo muy amargo.
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