Señor Vergara:
Usted perdonará que no inicie la misiva como generalmente se hace con un “estimado” o “apreciable” pero, en primer lugar no utilizo esas entradas con quien no conozco y, en segundo, para mí es un hecho que no amerita.
Alexander Pope, uno de los grandes poetas del siglo XVIII que seguramente Usted, por sus múltiples ocupaciones desconoce, decía que el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera.
Desconozco si Usted tiene un equipo de relaciones públicas de respaldo –supongo que no, puesto que no he oído desmentidos o búsqueda de reinterpretaciones sobre sus dichos que, a todas luces, resultan tonterías–; de tenerlo lo más probable es que hubieran sacado una explicación más o menos “ajustada” a su deslenguado “le dejé un Ferrari y me devolvió un Vocho”, o a su “en cinco años seremos un equipo mejor que el Barcelona” que últimamente han sido tan ridículamente populares que se han vuelto trend topics (¿sí sabe lo que eso significa, no?) en redes sociales.
La historia de una engañifa
Cuando un político, Sr. Vergara, nos da promesas de campaña, normalmente estamos genéticamente programados a saber que no las cumplirá porque la sabiduría popular da para conocer de quién esperar algo y de quién no. Pero cuando un empresario que decide comprar (en lo que además pareció ser una adquisición hostil) al equipo de futbol más popular de México en una situación casi tan parecida a la que vive actualmente dicho Club y promete que en cinco años (de esto ya van para diez), lo hará el mejor equipo del mundo y que tendrá el mejor entrenador del orbe, pues cualquiera se entusiasma.
El problema comenzó cuando sin oficio ni experiencia Usted comenzó a tomar las decisiones de tipo deportivo del Club y esas decisiones, Sr. Vergara, no se toman como las de una empresa multinivel –en la que Usted parece sí tener mucha experiencia–, en donde no importa si el producto representa un engaño para el consumidor o no (debido a que desafortunadamente no está regulado) y donde el trabajo de comunicación profesional es nulo pues se deja al libre albedrío –“capacitación” previa–, del propio equipo que conforma la pirámide.
Su intromisión, sumada a su ignorancia y terquedad –dicen–, sobre cómo dirigir un equipo de futbol, ha llevado al equipo más emblemático del futbol nacional a su situación actual.
Los resultados
Hay contradicciones, Sr. Vergara, que hacen pensar que el equipo se ha manejado (por usted, por supuesto), en forma visceral. En casi diez años sólo ha habido un campeonato (después del cual dejó ir o corrió –no lo sé–, al DT que los hizo campeones); sólo ha habido dos súper lideratos (en ninguno de los dos ha terminado como campeón); a los técnicos más ganadores (José Manuel de la Torre y José Luis Real) los ha corrido sin el menor recato y se empeña en presumir que la cantera es suficiente para hacer a un equipo campeón. Cualquier asesor –al que su soberbia le permita hacer caso–, le puede informar que un equipo como el Barcelona no se basa en su cantera para ser lo que es; ni el Manchester United, ni el Milán, ni ningún otro de los equipos a los que tanto aspira que el Guadalajara se asemeje. Pumas de la UNAM, un equipo más ganador que el Guadalajara en las últimas temporadas ha apostado a dos cosas: continuidad y un soporte de veteranos que da a la cantera seguridad y motivación al juego. Hay algo que cualquiera puede decirle, Sr. Vergara, todos prefieren mejores jugadores (comprados), que un elefante blanco –el estadio Omnilife–, que sólo sirve para reunir, en eventos especiales, a los escaladores de su pirámide multinivel.
En conclusión
Como podemos ver, Sr. Vergara, su problema trasciende al ámbito de las relaciones públicas.
No creo que alguna empresa de este ramo sea capaz de desmentir (o tratar de componer, las torpezas que sin cortapisas suele Usted decir a bocajarro); no creo tampoco, que al mismo tiempo puedan emprender un programa de manejo de crisis, sobre todo cuando la noche, por culpa suya, puede ser muy larga; tampoco creo que puedan establecer un programa de construcción de reputación de alguien que se empeña, día con día, en desmoronarla cuando se va de boca y, por último, no creo que, al mismo tiempo, alguien pueda posicionar al Guadalajara como al Barcelona cuando, al menos hoy y por su culpa, a lo más que se parece es al América.
Salomón, quien tenía fama de darle verdadero valor a la justicia, decía que donde hay soberbia, allí sin duda, hay ignorancia y donde hay humildad, se encontrará sabiduría. No es un mal precepto por dónde comenzar de nuevo, Sr. Vergara.