La gestión es hacer las cosas bien y el liderazgo es
hacer las cosas en forma correcta, decía Peter Drucker.
Tal y
como lo anticipamos en el número anterior, la elección la ganó quien supo hacer suyo el enojo y reclamo de una buena porción
de la población que se siente engañada, frustrada y enojada por los últimos
gobiernos y los niveles de corrupción e inseguridad que estos últimos han
ocasionado. No sucedió nada diferente a lo que parece ser tendencia mundial,
Italia y Siria son ejemplos muy recientes de esta ola de populismo que parece
estar triunfando.
El problema, como en todo, era saber el “cómo” de
las propuestas. Ahora parece haber una triste claridad.
Los anuncios
Aunque parezca increíble, muchas cosas no anunciadas
en campaña están tomando forma en el discurso del hoy presidente electo. Uno de
los anuncios puede resultar alarmante, sobre todo para los medios impresos de
nuestro país. Andrés Manuel López Obrador ha anunciado, dentro de los “50
puntos para la Austeridad”, un recorte de entre 70 y 80 por ciento a la
publicidad oficial, es decir, de 9 mil 361 millones de pesos anuales que
actualmente se invierten, lo recortaría a 1 mil 872 millones por año.
Si tomamos en consideración que una buena parte de
la comercialización en medios –en muchos casos, la mayor parte–, proviene de
las pautas de las diferentes dependencias públicas, esto querría decir que
estos medios estarían en serios problemas financieros y tendrían que recurrir,
dado el caso, a una reducción severa del gasto corriente, lo que equivaldría al
despido de muchas personas.
Otras medidas
De igual forma, en el mismo documento, el presidente
electo ha dejado muy claro que quiere concentrar dos cosas: la primera, las
adquisiciones del gobierno, lo que haría que un solo órgano (tal vez
dependiente de la Secretaría de Hacienda), se hiciera cargo de las compras, lo
que seguramente haría mucho más lentos los procesos de licitación o asignación
directa de cualquier tipo y, lo más grave, también dejaría sin empleo a muchos
trabajadores del sector público.
La segunda actividad que también pretende concentrar
y que nos atañe en forma directa, es la comunicación social del gobierno.
Actualmente, como es sabido por esta industria, cada dependencia pública tiene
su oficina de comunicación social dado que cada Secretaría u organismo público
tiene diferentes necesidades de comunicación con sus diferentes públicos. Lo
que pretende hacer ahora López Obrador, es eliminar todas las oficinas de
comunicación social del gobierno para hacer una sola entidad que se encargue de
ello.
Las consecuencias
Como debe suponerse, sólo un pequeño grupo de
agencias –probablemente ya seleccionadas–, accederán a las licitaciones del
próximo gobierno, dejando sin oportunidad a muchas de ellas que venían
trabajando en forma especializada en cada dependencia.
Adicionalmente –y lo más grave desde mi punto de
vista–, es que muchas agencias que ya trabajan para el sector público y que
hacen su mejor esfuerzo para comunicar a cada dependencia de acuerdo con las
necesidades de esta, tengan que deshacerse también de personal que sólo ha
estado dedicado (y especializado) en la comunicación gubernamental.
Eso sin contar que también habrá muchos despidos en
el sector público debido a la desaparición de las oficinas de comunicación
social.
Lo que falta
Además de las medidas ya descritas –que nos afectan
como industria en forma directa–, vienen enumeradas otras medidas en sus “50
puntos para la Austeridad”, que son, cuando menos, de preocupar.
La reducción de salarios en el sector público es
otra de ellas. Es una medida que probablemente alentará a muchos empresarios a
hacer lo mismo, con lo que el consumo se vería afectado en prácticamente todos
sus niveles.
Otro punto, es que durante el primer año de gobierno
de López Obrador, no se comprarán ni vehículos ni equipos de cómputo, lo que
seguramente afectará a un par de segmentos importantes de nuestra economía.
La reducción del 70 por ciento de todo el personal
de confianza que trabaja en el gobierno, también será un duro golpe al consumo
y, lo más importante, generará aún más desempleo que el ya expuesto con las
medidas descritas anteriormente. Además, el personal de confianza que quede,
deberá trabajar cuando menos ocho horas de lunes a sábado, lo que implica un
día menos para actividades recreativas.
En fin, muchas de las cosas que actualmente estamos
oyendo como propuestas que serán sin duda llevadas a la práctica, no fueron
dichas en campaña. Habrá que esperar tres años para saber si el descontento con
estas medidas se ratifica en las urnas o se vuelve a dar un cheque en blanco
como ahora.
Hasta el próximo mes.