septiembre 21, 2018

Medidas Imprevistas


La gestión es hacer las cosas bien y el liderazgo es hacer las cosas en forma correcta, decía Peter Drucker.
Tal y como lo anticipamos en el número anterior, la elección la ganó quien supo hacer suyo el enojo y reclamo de una buena porción de la población que se siente engañada, frustrada y enojada por los últimos gobiernos y los niveles de corrupción e inseguridad que estos últimos han ocasionado. No sucedió nada diferente a lo que parece ser tendencia mundial, Italia y Siria son ejemplos muy recientes de esta ola de populismo que parece estar triunfando.
El problema, como en todo, era saber el “cómo” de las propuestas. Ahora parece haber una triste claridad.
Los anuncios
Aunque parezca increíble, muchas cosas no anunciadas en campaña están tomando forma en el discurso del hoy presidente electo. Uno de los anuncios puede resultar alarmante, sobre todo para los medios impresos de nuestro país. Andrés Manuel López Obrador ha anunciado, dentro de los “50 puntos para la Austeridad”, un recorte de entre 70 y 80 por ciento a la publicidad oficial, es decir, de 9 mil 361 millones de pesos anuales que actualmente se invierten, lo recortaría a 1 mil 872 millones por año.
Si tomamos en consideración que una buena parte de la comercialización en medios –en muchos casos, la mayor parte–, proviene de las pautas de las diferentes dependencias públicas, esto querría decir que estos medios estarían en serios problemas financieros y tendrían que recurrir, dado el caso, a una reducción severa del gasto corriente, lo que equivaldría al despido de muchas personas.
Otras medidas
De igual forma, en el mismo documento, el presidente electo ha dejado muy claro que quiere concentrar dos cosas: la primera, las adquisiciones del gobierno, lo que haría que un solo órgano (tal vez dependiente de la Secretaría de Hacienda), se hiciera cargo de las compras, lo que seguramente haría mucho más lentos los procesos de licitación o asignación directa de cualquier tipo y, lo más grave, también dejaría sin empleo a muchos trabajadores del sector público.
La segunda actividad que también pretende concentrar y que nos atañe en forma directa, es la comunicación social del gobierno. Actualmente, como es sabido por esta industria, cada dependencia pública tiene su oficina de comunicación social dado que cada Secretaría u organismo público tiene diferentes necesidades de comunicación con sus diferentes públicos. Lo que pretende hacer ahora López Obrador, es eliminar todas las oficinas de comunicación social del gobierno para hacer una sola entidad que se encargue de ello.
Las consecuencias
Como debe suponerse, sólo un pequeño grupo de agencias –probablemente ya seleccionadas–, accederán a las licitaciones del próximo gobierno, dejando sin oportunidad a muchas de ellas que venían trabajando en forma especializada en cada dependencia.
Adicionalmente –y lo más grave desde mi punto de vista–, es que muchas agencias que ya trabajan para el sector público y que hacen su mejor esfuerzo para comunicar a cada dependencia de acuerdo con las necesidades de esta, tengan que deshacerse también de personal que sólo ha estado dedicado (y especializado) en la comunicación gubernamental.
Eso sin contar que también habrá muchos despidos en el sector público debido a la desaparición de las oficinas de comunicación social.
Lo que falta
Además de las medidas ya descritas –que nos afectan como industria en forma directa–, vienen enumeradas otras medidas en sus “50 puntos para la Austeridad”, que son, cuando menos, de preocupar.
La reducción de salarios en el sector público es otra de ellas. Es una medida que probablemente alentará a muchos empresarios a hacer lo mismo, con lo que el consumo se vería afectado en prácticamente todos sus niveles.
Otro punto, es que durante el primer año de gobierno de López Obrador, no se comprarán ni vehículos ni equipos de cómputo, lo que seguramente afectará a un par de segmentos importantes de nuestra economía.
La reducción del 70 por ciento de todo el personal de confianza que trabaja en el gobierno, también será un duro golpe al consumo y, lo más importante, generará aún más desempleo que el ya expuesto con las medidas descritas anteriormente. Además, el personal de confianza que quede, deberá trabajar cuando menos ocho horas de lunes a sábado, lo que implica un día menos para actividades recreativas.
En fin, muchas de las cosas que actualmente estamos oyendo como propuestas que serán sin duda llevadas a la práctica, no fueron dichas en campaña. Habrá que esperar tres años para saber si el descontento con estas medidas se ratifica en las urnas o se vuelve a dar un cheque en blanco como ahora.
Hasta el próximo mes.

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