septiembre 10, 2014

Mirarse Desde Dentro

Decía Gandhi que el hombre se convierte en lo que el cree de sí mismo; que si uno se decía a sí mismo que no podía hacer algo, era muy probable que terminara uno convirtiéndose en incapaz de hacerlo. Pero decía también que si uno creía que podría hacerlo, seguramente lo haría inclusive si no había podido hacerlo desde el principio.

La comunicación que está destinada a los públicos internos en las organizaciones, deberá volverse, ahora más que nunca, un factor que permita –ya sea en organizaciones públicas o privadas–, permanecer fuertes y trabajando.

En México estamos tan mal acostumbrados a tener noticias buenas de carácter económico que lo primero que pasa por la mente de empleados y empleadores es si las buenas noticas implican algo bueno o malo; los primeros, angustiados por lo que unos decidan por ellos y los segundos, presionados por lo que ellos tengan que decidir por los demás.

Dualidad

Esta situación genera inseguridad en unos e inquietud en otros. Ambos sentimientos distraen la capacidad habitual de trabajo y, en consecuencia, provocan recelos y malos entendidos; generan comunicación informal (que se acerca más a la desinformación) y, lo más grave, frenan la productividad.

La comunicación interna es una actividad que, con el paso del tiempo, ha ido menospreciándose por la Dirección en las empresas: es curioso ver cómo las áreas de Recursos Humanos han abandonado el sentido humanista de su función (el “Gemeinschaft” del sociólogo alemán Ferdinand Tönnies donde en una asociación los individuos se orientan a la comunidad tanto o más que a su propio interés), por el sentido utilitario que le otorgan a cada posición dentro de la organización (el “Gesellschaft” descrito por el mismo Tönnies, donde el único interés común que pueden tener empleados y empleadores es el ir a trabajar para ganar un sueldo).

Alicia

Se ha perdido el entendimiento y el asunto radica en encontrar cómo, con dos pensamientos tan visiblemente opuestos, se puede observar el mismo punto: Cuando Lewis Carroll comenzó la segunda parte de Alicia –“A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí”–, colocó a su pequeña amiga Alice Raikes delante de un gran espejo con una naranja en la mano y le dijo:

­–Quiero que me digas en qué mano tienes la naranja.

–En la derecha, contestó Alicia.

–Ahora, frente al espejo, dime en qué mano tiene la naranja la niña que está en el espejo, le dijo Carroll.

–En la izquierda, contestó Alicia.

–¿Y cómo puedes explicar eso? Le pidió Carroll.

–Si yo estuviera al otro lado del espejo, le contestó dudando Alicia, ¿no es cierto que la naranja seguiría estando en mi mano derecha?

–¡Justamente! Exclamó Carroll, –es la mejor respuesta que me has dado–.

Y es precisamente en momentos de crisis cuando las empresas que no hicieron nada por entenderse internamente ni establecieron normas, usos y costumbres de comunicación formal hacia adentro, voltean nuevamente a esta actividad, primero, para entender lo que pasó y, segundo, para ver qué puede hacerse.

Una estrategia de productividad

Porque la comunicación interna nace como una respuesta a las necesidades de las empresas por motivar a su capital humano y retener a los mejores elementos con el objeto de desarrollar una mayor productividad que les permita competir en un mercado con más oferta que demanda.

Es importante entender que para aumentar la eficiencia del personal, éste debe sentirse integrado dentro del lugar donde, después de su casa, más tiempo permanece. Para ello es indispensable respetarlo y el principio del respeto radica en lograr su participación, lo que implica mantenerlo informado; que conozca la organización, su misión, sus valores, su filosofía; que se sienta parte de ella y que vea su trabajo –como refería Ferdinand Tönnies en el “Gemeinschaft”–, como una extensión de su familia donde, haciendo lo correcto por el bien común, se puede sentir seguro.

La comunicación interna reduce la incertidumbre y previene los rumores que, en momentos de inquietud, provocan más desazón que clarificación. Por ello, difundir internamente mensajes de la Dirección que tengan como consecuencia inmediata acciones de seguimiento, informar verazmente sobre lo que ocurre dentro de la empresa y establecer vínculos empáticos entre la gerencia y el personal, resultan fundamentales en circunstancias en las que el desconcierto puede involucionar a un proceso de trabajo que seguramente llevó años en lograrse.

Y para los que están haciendo cuentas, es importante decirles que, en relación con lo que podrían ganar o “perder”, la comunicación interna bien estructurada cuesta muy poco. Es una de las actividades de comunicación más rentable.

Así de claro.

Hasta el próximo mes.


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