abril 09, 2014

El Valor de la Noticia

Publicado el mes de abril de 2014 en mi columna "Didascalia" de la revista Merca2.0

Cuando uno se plantea la importancia del periodismo y los logros que esta actividad ha tenido en el desarrollo de las Relaciones Públicas, entre otras muchas actividades, la primera referencia que me viene a la mente es la campaña que de la ciudad de Nueva York hiciera en 1971 la oficina de convenciones y turismo de esa orbe, utilizando un viejo término –“The Big Apple”–, que hiciera popular en los años veinte el periodista deportivo John J. Fitzgerald, al describir que, para los mozos de cuadra y los jinetes que montaban pura sangre, su gran meta era correr en La Gran Manzana, aludiendo que no había otra como Nueva York.
A partir de 1971, cuando el término fue retomado, se hizo global y posicionó a esta ciudad como la metrópoli por excelencia (con todo lo que ello implica).
Una perspectiva más amplia
El periodismo no sólo está lleno de anécdotas y frases que la emisión –y luego el uso–, hacen populares y sirven de lugar común para describir situaciones cotidianas. Esta disciplina se conforma como un auténtico cuarto poder exactamente en los términos en los que el autor de esta expresión, Edmund Burke, aludía a la prensa británica y la gran influencia que tenía en los años previos a la Revolución Francesa (de la cual él se hizo partidario).
Burke decía que la prensa era ya un poder independiente a los otros tres (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), porque no se limitaba a reflejar la opinión pública en la que toda democracia debe estar fundamentada, sino que, al valorar por sí misma (y acomodar en los diarios dicho orden de valoración) cuál era la información más importante que el público debía leer y además opinar sobre la misma, estaba influyendo en el pensamiento y decisión de la población lectora (la que creció sustancialmente debido justamente a los diarios y gacetas).
Credibilidad
Directamente proporcional a esta idea de Burke, está el valor de la credibilidad. Jack Fuller, el viejo periodista del Chicago Tribune y ganador del Pullitzer, solía decir como premisa en las charlas que nos daba ya como presidente de la Tribune Publishing Co., que si uno se equivocaba en las cosas pequeñas, los lectores no confiarían en uno para las cosas grandes, en doble alusión a equivocarse –o no trabajar con el mismo cuidado–, en las notas aparentemente sin importancia y, en una segunda referencia, a no descuidar detalles tan supuestamente insignificantes como la ortografía, la redacción y el uso del lenguaje.
El periodismo es a las Relaciones Públicas (sin exagerar), lo que el ADN al individuo. No se les puede entender sin el ejercicio o la ayuda de la prensa en cualquiera de sus modalidades. Ya sea para escribir un boletín, hacer público un evento, coordinar una conferencia de prensa, hacer un viaje de medios, para un lanzamiento donde se haga indispensable su presencia o desarrollar una estrategia general donde los medios sean el apoyo fundamental, es condición sine qua non para el personal de toda agencia de Relaciones Públicas que se precie de serlo, conocer y ejecutar los diferentes géneros periodísticos, mismos que no han cambiado en forma y estructura (al menos en los últimos 40 años), no obstante las nuevas tecnologías y la convergencia que al terreno digital se han trasladado con todo éxito.
Ya no decir la obviedad de “las cosas pequeñas” a las que se refiere Fuller, comenzando con el manejo del idioma, la ortografía y la redacción tan increíblemente descuidada en estos días.
Tiene que ser noticia
También es importante que nuestros clientes sepan (ya en el terreno de las RRPP comerciales), que no todo es susceptible de ser publicado por el simple hecho de que no todo es noticia. Y aunque la agencia ponga lo mejor de su trabajo de mediación y su técnica para hacer de algo absolutamente trivial un hecho relevante, siempre se podrá publicar algo cuando esto reúna ciertos requisitos.
De acuerdo con la Dra. Susana González Reyna, Coordinadora del Postgrado de Comunicación en la UNAM (mi querida maestra de redacción y en quien más confío en estos menesteres), “la información que interesa al periodismo debe ser novedosa, sea porque el acontecimiento es nuevo o porque el enfoque de algún tema conocido es distinto y nuevo; oportuna, pertinente en el tiempo y en el espacio; de interés general, por cuanto el acontecimiento interesa a un gran público; y difundida masivamente, es decir, a través de un medio masivo de comunicación.”
Luego entonces y de una forma menos didáctica y mucho más apegados al vínculo con las Relaciones Públicas, podríamos definir al periodismo como un fenómeno de socialización de la experiencia. Experiencia que puede o no ser compartida si reúne el requisito de ser noticia.

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