noviembre 01, 2012

To Twitt or Not To Twitt


Nada más elocuente en referencia a las redes sociales utilizadas para la comunicación de marca (sobre todo en el caso de Twitter), que lo dicho por el gran escritor irlandés Samuel Beckett en su novela corta El Final, escrita en 1946: “Las palabras son todo lo que tenemos”.

Desde que las redes sociales han irrumpido en el campo de la comunicación de marca, no ha habido una definición clara y concluyente que nos diga cuál es el perfil que los community managers (aquellos que emiten el mensaje de una marca o empresa a través de Facebook o Twitter), deben tener a efecto de no caer en errores que pongan en riesgo tanto a la marca como a la empresa que la sostiene. Para definirlo hay que tener siempre algo en mente: la comunicación de marca en redes sociales es un asunto de gestión de opinión.

Caso Starbucks en Argentina
El pasado mes de julio, el community manager de Starbucks en Argentina, lanzó el siguiente mensaje a través de Twitter y Facebook: “Pedimos disculpas, ya que debido a un quiebre temporario de stock, en algunas tiendas se están utilizando vasos y mangas nacionales”. A saber si fue error de sintaxis o simple torpeza, el encargado de emitir este mensaje no tomó en consideración muchas cosas, entre ellas que, debido a algunas medidas tomadas por el gobierno argentino en busca de hacerse de dólares para comenzar su proyecto de autosuficiencia, la importación de productos no esenciales está muy limitada en ese país –lo que ha generado entre los argentinos una polaridad muy marcada entre diferentes clases sociales–.

La reacción de los seguidores (y los que no lo son, pero irremediablemente se enteran –hay que tomar en cuenta que así son estas herramientas–), no se dejó esperar. La marca tuvo un rechazo generalizado debido a que se consideró que estaba incurriendo en subestimar los insumos nacionales frente a los fabricados en el extranjero, dado que los vasos en los que se estaba sirviendo el café no traían el logotipo conocido y eran un poco más pequeños, algo que pudo haberse pasado por alto sin problema entre los consumidores fieles a estas cafeterías.
Después de esto, tuvieron que emitir otra disculpa (en este caso sobre la “disculpa” anterior), enfocada a que la intención del primer mensaje se había malinterpretado.

Caso El Universal
En México –como en todos lados–, no estamos exentos de caer en este tipo de gazapos. Uno de ellos ocurrió hace un par de meses con la encargada de los twitts de El Universal, quien en un alarde (personal), cayó en la tentación de escribir, en la cuenta del periódico lo siguiente: “Ya no más deber materias atrasadas, ahora sí soy una alumna regular, yo muy bien, mega feliz”.
El Universal no ofreció disculpas; simplemente borró el mensaje y se dedicó a enviar otros mensajes como si nada hubiera pasado.

Caso Liverpool
A principios de año, se leyó y re-emitió un twitt sumamente vulgar que, más que un error propio del community manager de esa tienda departamental, pareció un acto de venganza contra éste o contra la tienda misma, dado su fuerte tono de grosería, que no sólo agredía a esta marca (empresa o tienda), sino a sus followers.

En este caso, el error de Liverpool (o de su encargado de redes sociales), fue guardar silencio ante tal situación y no comunicar absolutamente nada a quienes son sus seguidores, dejando que la especulación creciera y tomara diferentes formas, todas ellas perjudicando el prestigio de la marca.

¿Entonces?
Estos errores son sólo un pequeño botón de muestra de los muchos en los que incurren los encargados de una marca, debido a una deficiente selección del personal que se hará cargo (desde su propia empresa o desde alguna agencia “especializada”), de emitir sus mensajes a través de las redes sociales.

En breve, el perfil que estas personas deberían cubrir estaría determinado en función de varios aspectos: primero, escribir en forma profesional (con buena ortografía y poder de síntesis); segundo, poseer una cultura general muy amplia (que entienda de contextos y cómo interrelacionarlos); tercero, tener una buena capacidad de jerarquización sobre lo que va a generar impacto o no (qué información dar, a qué darle RT, crearle un # o buscar volverlo un TT); y cuarto, que sea una persona responsable.

En una inmensa mayoría no cumplen con estas premisas. Quienes manejan actualmente las redes sociales de una marca, me recuerdan la anécdota de cuando en una clase de literatura que Jorge Luis Borges daba en una universidad de Buenos Aires, le preguntó a una alumna si le había gustado la lectura de Shakespeare, a lo que ésta le contestó: “me aburre”, y ella misma se apresuró a decir: “al menos lo que ha escrito hasta ahora”.

Así, ni cómo ayudarlos.

Los invito a seguirme en Facebook o por Twitter: @ManuelMR.

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