El 44º presidente de Estados Unidos, Barack Obama, buscará reelegirse
el próximo 6 de noviembre para un segundo mandato.
No obstante marcar un hito en la historia de ese país al convertirse
en el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca y de ganar por un amplio
margen electoral a un forzado John McCain (postulado por un castigadísimo
partido republicano), los logros de lo que parece ser ésta su primera etapa de
administración, han sido muy regateados por los republicanos, sobre todo por
quien aparentó tomar un segundo aire después del primer debate (hace casi un
mes), su nuevo contendiente Mitt Romney.
El contexto
Cuando Obama inició su campaña por la candidatura demócrata hace poco
más de cuatro años, tenía un pequeñísimo reconocimiento a nivel nacional (no
eran muchos los que, fuera de Illinois, ubicaban su nombre) y, aunada a esta
desventaja había otra más terrible: tenía pocos recursos.
Sin embargo, al momento de lanzar su candidatura, el entonces senador
por Illinois ya tenía perfectamente listo y puesto en la red un sitio con una
serie de herramientas que le permitirían no sólo remontar la desventaja inicial
que tenía contra Hillary Clinton y John Kerr en las internas de su partido, con
mensajes claros y sin agresión al contrario; sino también le ayudarían a
movilizar adeptos a su campaña por todo el país y le permitirían recaudar
fondos.
El uso de las redes
Además de su sitio, quienes se hicieron cargo de su comunicación
política, tuvieron la inteligencia de utilizar uno de los recursos de la
práctica de relaciones públicas más económicos y efectivos que pueden existir
para posicionar, sobre todo ante públicos tan numerosos como los jóvenes:
construir cyberlebrities.
Además tuvieron el acierto de incluirse en sitios como MySpace y
Facebook que eran los sitios más ampliamente utilizados por estudiantes
universitarios, ganando con esto un mucho mayor número de partidarios (hoy,
adicionalmente, utiliza a Twitter como el gran amplificador de su discurso).
Además de Internet, pero debido fundamentalmente a esta herramienta,
la campaña de Obama estuvo marcada hace cuatro años por la esencia clave de
toda actividad BTL: el acercamiento con sus públicos. Quien no entienda que el
valor más importante que un candidato puede tener es el acercamiento con sus
públicos (hacerles vivir la experiencia), es mejor que siga con su tradicional
agencia de publicidad.
El logro más importante
Sin embargo, para tener un panorama más claro de lo que Barack Obama logró,
habría que analizar también las adversidades que venció. La primera, que no era
una personalidad de primera línea en las filas demócratas como Clinton o Kerry;
la segunda, que aunque el carisma de Obama es tan fuerte como el de Hillary
Clinton, éste no era conocido; la tercera, y la más fuerte, es que en una
sociedad tan marcadamente racista –aun ahora– como la norteamericana, habría
que vencer la vieja sentencia de la política estadounidense que decía que “la
Casa Blanca es blanca no sólo por el color del cual está pintada”.
Cuatro años después
Hoy los métodos han cambiado. Ante la obviedad de que no es lo mismo
contender siendo oposición que contender siendo gobierno, Barack Obama enfrenta
no sólo la crítica de Mitt Romney y de todo el grupo republicano con influencia
en el electorado sino, y lo más importante, el juicio de gran parte de esos
votantes que lo llevaron al poder y que ahora sienten que las cosas no han
funcionado como esperaban.
Debido a ello, su comunicación ha pasado a la defensiva dejando que la
parte de propuestas agresivas venga de Romney.
En la mayor parte de su discurso, Obama ha tenido que defender sus dos
grandes temas: Economía y Salud (que son las que afectan al gran electorado),
dejando en un segundo plano los temas de Inmigración –donde justamente ha
criticado a los republicanos por no apoyar el DREAM Act–, y de Política Exterior comprometiendo con ello a buena
parte del voto latino y en gran medida al voto de los sectores moderadamente
conservadores que lo prefieren a él antes que al candidato republicano.
Sin embargo, el asunto está en el “cómo”. El Romney que hemos visto ha intentando
convencer a las bases de su partido de que es uno de ellos pero llevando a los
debates a un candidato moderado-razonable. Es una estrategia sensata en una
campaña en que la mayoría de los votantes ya han decidido. Por su parte, Obama se
ha dedicado a defender su mandato reconociendo que no es perfecto.
No obstante, Obama cuenta con un arma que,
como discurso adicional y como parte de su imagen será determinante para que
retenga la presidencia: Michelle, su mujer, quien se ha convertido en una
presencia tan fuerte que, sin duda, cautiva.
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