Artículo publicado en mi columna "Didascalia" para la Revista Merca2.0 del mes de enero.
El año que inicia no será un año fácil por dónde se le quiera ver. A menos que como agencia se tengan cuentas de gobierno federal o estatales o de partidos políticos (de los que pagan, claro, no de los que tardan hasta 18 meses en pagar, en el mejor de los casos).
2012 será un año más desafortunado –incluso más violento–, que 2011 y se determinará, como diría Isaac Asimov haciendo de la violencia el último refugio de la incompetencia.
Un año más agresivo que político
2012 dejará ver (aunque la Ley Electoral vigente indique lo contrario), diatribas y ataques probablemente más vigorosos que los que vimos en 2006 y con lo que seguramente serán los mismos resultados. En ese sentido, la autoridad electoral quedará rebasada (como casi siempre) y demostrará la inutilidad de una ley que en vez de circunscribir, censura.
La arena política será, en pocas palabras, determinante para las diferentes agendas del país, incluidas la económica y (por supuesto) la social y su protagonismo hará que una dosis de especulación sea suficiente para tener un decremento en el crecimiento económico esperado para este año.
Algunos partidos políticos, como suele suceder cada vez más a menudo, harán gala de un músculo que parecía entumecido pero que al servicio del dinero sucio como su mejor anabólico, ahuyentarán a la población de las casillas que no les son favorables como táctica del miedo.
La guerra
Como lo más probable es que el partido que actualmente gobierna pierda las elecciones presidenciales (no se ve cómo –ni estratégica, ni prácticamente, pueda ganarlas), el crimen organizado, principalmente el que se dedica al tráfico de drogas con el sicariato que trae consigo, buscará dar golpes de mano que, además de seguir dañando, adviertan de la necesidad de votar por quien pueda y sepa mantener las cosas como estaban hasta antes de este gobierno (ese feliz escenario donde, sin tomar en cuenta la legalidad, todo era ganar-ganar –al menos para unos cuantos, claro–).
Si a eso sumamos el control (que por la generación de miedo) logran tener estos grupos sobre medios regionales y locales, estaremos ante un escenario –ojalá, de verdad me equivoque–, nada favorable y de violencia generalizada en muchas partes de nuestro país que acabará el mes de julio ya que el ganador (su ganador), sea confirmado.
Las campañas
En estos años, hemos visto campañas de comunicación con un enfoque más comercial que político o institucional. Culpar a las agencias encargadas de este tipo de comunicación es tan ocioso como no reconocer que existe un “funcionario” encargado de la comunicación de su partido o del gobierno que las acepta e, incluso, las fomenta.
En 2012 las campañas no serán diferentes: candidatos peinados, maquillados e iluminados como en product shot, en lugar de mostrarlos con contenido; la utilización de redes sociales con fines de escarnio más que como herramienta de construcción de reputaciones; la televisión como elemento fundamental de estrategia de imagen en lugar de ser vista como una herramienta para despertar conciencias (las mismas televisoras no lo permitirían); discursos construidos sobre la base de lo que presuntamente hicieron cuando estuvieron en alguna posición de gobierno en vez de difundir las lecciones aprendidas por lo que dejaron de hacer, etcétera.
Todo girará en torno a lo que harán cuando gobiernen (cosas iguales que oímos cada seis años), desdeñando como lo han venido haciendo desde hace mucho tiempo, la memoria ciudadana que cada vez se vuelve más obnubilada. Tomarán ventaja de una memoria cada vez más perdida en lugar de lubricarla, como siempre, todos los mensajes los encargarán a una agencia de publicidad intuyendo algo que todo mundo sabe: la mayoría de publicistas en este país son analfabetas referenciales.
Las televisoras
Este año no será tan benéfico para las televisoras debido a que el 99.9% de los spots correrá a cargo de los tiempos oficiales. Sin embargo, los juegos olímpicos de Londres, que comienzan el 27 de julio y acaban casi un mes después, ya en agosto, dejarán un gran ingreso por publicidad, dominado como siempre por las grandes marcas.
Estas fechas olímpicas son increíblemente oportunas para las televisoras quienes se preparan, más que para competir por una mejor audiencia, para darnos conformidad ante los resultados tan previstos: para distraernos de lo que podría ser una contienda llena de irregularidades.
Tanto la desmemoria como lo que la televisión nos transmitirá para seguir dejándola quieta, me recuerda ese dicho argentino que dice: “Coma mierda: Millones de moscas no pueden estar equivocadas”.