Artículo publicado en mi columna "Didascalia" para la Revista Merca2.0 del mes de noviembre.
Sir Isaac Newton estableció las bases de la mecánica clásica cuando en 1687 en su obra “Filosofía Natural de los Principios Matemáticos”, describió la ley de la gravitación universal y creó tres simples leyes sobre el movimiento que, sin duda, revolucionaron al mundo y siguen más que vigentes hasta nuestros días. La idea de la gravitación, según Newton y de acuerdo con el manuscrito virtual que publicó en enero de 2010 la Royal Society, la originó la caída de una manzana, mientras estaba sentado, reflexionando.
La primer manzana
Dos marcas memorables han tenido como símbolo (y nombre), una manzana. La primera de ellas fue Apple Records, nombre que en 1968 dieron a su estudio de grabación y posteriormente a su sello discográfico ni más ni menos que The Beatles. Ubicado en la ya legendaria Abbey Road, este sello vio nacer cinco de los más memorables álbumes de este grupo y muchos más de sus miembros ya como solistas.
Aparte de The Beatles, la discografía de Apple Records incluyó músicos como Mary Hopkins, Badfinger, James Taylor, Chris Hodge, Billy Preston, Ravi Shankar y la Hot Chocolate Band, entre otros. La marca, como sello discográfico y por lo que representaba (además de por quiénes representaba), fue una marca que garantizaba calidad, pero sobre todo, fue muy querida.
La otra manzana
Ocho años más tarde (1976) y producto de la admiración que sentía por The Beatles, Steve Jobs junto con Stephen Wozniak y Mike Markkula, fundan Apple, Inc. en lo que, con el tiempo, sería la segunda gran revolución tecnológica del siglo pasado, trayendo hacia sus consumidores, una manera muy diferente de apreciar el ordenador personal, el manejo de gráficos en el ordenador y, quizá lo más importante, una nueva forma de entretenimiento y cómo almacenarlo.
Hablar de Macintosh y de su sistema operativo, así como del iPod, del iPhone y más recientemente del iPad, es hablar de una re-evolución de la productividad (siempre enfocada en lo visual, entendiendo como nadie un nicho de mercado cada vez más amplio), del entretenimiento como ocupación inmediata del ocio y de la información como una necesidad imperiosa de respuesta rápida.
Comunicación sin barreras
La innovación de un negocio es absolutamente nada si ésta no se ve reflejada en la comunicación que establece con sus principales audiencias. Apple confirma esta sentencia cuando en 1984, para el lanzamiento de la computadora Macintosh, contrata al director de cine Ridley Scott para dirigir un comercial de un minuto que sería transmitido una sola vez durante el tercer cuarto del supertazón XVIII (que al final ganaron los Raiders de Oakland), y cuyo concepto, así como su dirección de arte, fueron únicos y que, a la fecha para muchos, no han sido superados.
A partir de allí, y sabiéndose poseedor del cambio, su comunicación se remitió constantemente a iconos de la transformación, como Gandhi, Lennon y Martin Luther King, por ejemplo, sin que nadie, absolutamente nadie, cuestionara su originalidad, credibilidad o consonancia como una marca que, no obstante ubicarse todavía en esa época como marginal o de atención a un nicho muy especializado, se posicionaba –ante todos los mercados–, como un símbolo de calidad.
En materia de relaciones públicas (o una parte muy especializada de ellas), Apple ha detonado un arma que muy pocas empresas de tecnología han utilizado a cabalidad: la cercanía con sus consumidores, el saber escucharlos y el atender sus necesidades en el desarrollo de sus productos. Eso es lo que ha hecho de Apple una marca realmente entrañable para sus usuarios.
El adiós
El pasado 5 de octubre y después de 6 años de luchar contra un cáncer de páncreas que por no ser típico le permitió vivir más de lo previsto, falleció Steve Jobs.
Pocas muertes han sido tan comunicadas (por noticiarios, medios informativos impresos, redes sociales) y tan lamentadas como la del co-fundador de Apple. Para mí (no es raro que me exprese en primera persona en estas páginas), su muerte fue tan lamentable como la de John Lennon. La muerte en los dos casos no llegó de la misma manera, pero para mí, a cada uno lo mató un asesino diferente.
Desde hace meses –previendo seguramente lo que venía–, Steve Jobs dejó a cargo de Apple a Tim Cook, quien un día antes de la muerte de Jobs presentó la nueva versión del iPhone 4, el 4s. Lo que se espera de él, y que seguramente cumplirá como se debe, es el mismo nivel de innovación y la misma creatividad para comunicar este perfeccionamiento.
“Cuesta demasiado diseñar productos a partir de grupos cerrados. La mayoría de las veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas.”, decía Jobs. ¡Qué mejor muestra de ello que sus propios productos!